LA OBRERA DE DIOS EN SU FUERO ÍNTIMO

Por Cecilia Romanenghi de De Francesco.


"Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón; porque de él mana la vida"  (Prov. 4:23)
                                                       

Nuestro fuero íntimo es ese lugar que está en lo más recóndito de nuestro ser, que nadie ve (ni nuestro esposo, ni nuestra amiga más íntima). La Biblia lo llama el corazón.

El carácter de la obrera de Dios.


El carácter es la resultante de lo que soy en mi fuero íntimo. Somos lo que somos en nuestro espíritu.

Factores concurrentes en la formación del carácter.

Factor genético: Rasgos heredados. Nos condiciona en nuestra estructura psicológica. Tiene su importancia, pero no es el más importante o determinante.

Factor ambiental o formativo: Es más importante que el primero. Por lo general, recibimos de nuestros padre tanto el factor genético como el ambiental o formativo.

Factor de la responsabilidad personal: Es el más importante. Soy lo que soy, no por un factor ajeno y externo, sino por algo que es mío propio y que nace de mi espíritu. De lo contrario, Dios no sería justo si me juzgara por un factor genético. 

"Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su pecado"  Deut. 24:16; 

"Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo"   2 Cor. 5:10. 

Es en nuestro fuero íntimo donde se libra una gran batalla y se resuelve el dilema de mi existencia: ¿Qué es lo que quiero ser delante de Dios?

Los pensamientos y las intenciones del corazón


"Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios"  1 Co.4:5.

"Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta"  Hebreos 4:12-13.

Los que me rodean, me conocen. Cuanto más cercanos son, más me conocen. Conocen mi carácter, mis reacciones, mis respuestas a distintos estímulos. Pero en mi fuero íntimo, solo Dios me conoce. Por lo tanto, el trabajo de los demás (coyuntura, pastores) puede llegar hasta cierto punto. Solo Dios ve los pensamientos y las intenciones del corazón. 
¿Cuáles son los pensamientos que prevalecen en mí? ¿Cuáles son las intenciones que me mueven? La intención más profunda de mi corazón puede apuntar hacia mí o hacia Dios. Esta es la definición más profunda a la que me debo enfrentar. ¿Cuál es mi intención en todo lo que hago? ¿Busco mi gloria o la gloria de Dios? ¿Nos gloriamos en ser mujeres "invisibles"? ¿Qué deseo, que el Señor mire mi corazón y sonría de aprobación y satisfacción o que los demás me elogien?

Es allí, en nuestro fuero íntimo donde debemos establecer que la intención única de nuestra vida ha de ser Dios. No tengo que convencer a los demás, sino a Dios. 


Puedo ser muy vistosa, puedo orar muy lindo, hacer decenas de discípulos, hablar sobre experiencias impactantes, pero Dios mira mi corazón.
Nuestra tendencia más natural es hacia lo que se ve, allí nos lleva nuestra naturaleza humana. De lo contrario, Jesús no hubiera tenido que decirnos: "Niéguese a sí mismo".
Si nuestra brújula está bien orientada, hacia Dios, lo demás será fácil.
Cuando somos hipersensibles y nos cuesta recibir la corrección, cuando los tratos de Dios nos molestan demasiado y nos parecen insoportables, es probable que nuestro norte no sea el Señor, sino nosotras.
¿Qué pasaría si no hubiera factores externos que condicionan nuestra conducta? ¿Cómo nos comportaríamos? Siempre tengamos en cuenta el ejemplo de José.

Los recursos de Dios para nuestra transformación


Nuestro objetivo debe ser Dios. Como dijimos antes, en la intimidad de nuestro ser se tiene que producir esta definición 

"¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra" 

(Sal. 73:25)

"Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón". 

(Sal.26:2)

1) Debemos ser transparentes. No ocultar nuestras faltas. Sin dobleces, sin fingimientos, sin hipocresía. Debemos practicar la confesión y andar en luz.

"Confesaos vuestras ofensas unos a otros"  Sant. 5:16

"Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" 1 Juan 1:7-9.

2) Cultivar una comunión íntima, personal y secreta con Dios. 

"Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público".   Mateo 6:6

3) No hacer nada para que la gente te vea: ni limosnas, ni ayunos, ni oraciones, etc.

"Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público"    Mat. 6:1-6.

"Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público"   Mat. 6:16-18.

"Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve"  1 Cor. 13:3

4) Someternos a la acción de la Palabra de Dios.

"Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo"   Hebreos 3:12.

"Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra".   2 Ti 3:16-17.

5) Someternos a la acción profunda del Espíritu Santo. Estar atentas a sus correcciones y responder con cambios. Sutileza del Espíritu Santo.

"Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor".   2 Cor. 3:18.

"Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra"   Ez. 36:26-27

6) Someternos a la acción del cuerpo de Cristo para ser enseñados, animados, corregidos, amonestados, disciplinados. Debemos tener relaciones firmes y estar en gozosa sujeción.

"Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina" . 2 Tim. 4:2.

"… a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre" Col. 1:28

"… y no asiéndose de la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios" Col. 2:19

"…de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor" Ef. 4:16

7) Siempre debemos estar corrigiendo la intención de nuestro corazón. El carácter se manifiesta en todo lo que hacemos y afecta todas nuestras relaciones

La obrera de Dios y el trabajo.


Por trabajo, quiero referirme tanto al trabajo fuera como dentro de la casa.
No hacemos diferencia entre lo espiritual y lo secular. Para el cristiano, todo es sagrado, porque vivimos en la presencia del Señor. La actitud de una persona en su trabajo revela mucho sobre su estatura espiritual. Revela mucho más su carácter que su comportamiento en una reunión. El trabajo nos dignifica. Estuvo en los planes de Dios desde antes de la caída (Gén. 1.28, 2.15). La maldición no fue el trabajo, sino que este sería con aflicción (Gen. 3:18-19).
Como mujeres, el ocio está ligado al chisme, a las habladurías, a la extremada dedicación a cosas vanas. Hoy en día, la computadora y la televisión pueden consumirnos horas y horas, y ocupan nuestra mente en cosas que no nos edifican. 

"Y también aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran" 1 Tim. 5:13. 

¡Ojo las que se quedan todo el día en casa! Ocupémonos de nuestro hogar con esmero. Preocupémonos por tener casas limpias y ordenadas, por cocinar de manera sana y nutritiva.
¡Ojo cuando trabajamos fuera de casa! Los ambientes donde trabajan mujeres suelen ser grandes chismeríos. Suele haber celos y enemistades. No entremos en el juego, sino seamos luz y bendición para quienes nos rodean. Oremos al Señor para que nos dé una conducta recta en todo momento. No trabajemos para el ojo, sino hagamos todo como para el Señor. Permitamos que Dios nos trate a través de las injusticias, las calumnias o los momentos amargos. Él puede usar todo para nuestro bien.
Cuando nos corrigen, se ve cómo anda nuestro orgullo. Por lo general, no nos gusta que nos corrijan. Existe lo que se llama orgullo profesional. Puede ser medido o desmedido.

La obrera de Dios y la tentación.


Básicamente, consideraremos dos clases de tentaciones: La tentación de pecados de inmoralidad y la tentación de pecados espirituales. A su vez, los pecados pueden ser impulsivos o premeditados. Estos últimos son más serios. (La mentira, el robo, el enojo, etc., pueden ser impulsivos o premeditados.)

Pecados de inmoralidad.


Detrás de cada pecado existe la intención macabra de Satanás de destruirnos.
La tentación no es pecado, pero sí ceder a ella. No dejemos que los pájaros hagan nido.

a) La actitud frente a la tentación.
Orar cada día para ser guardados. "Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal"   Mat. 6:13.
Estar atentos siempre para no caer.  "Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar"   1 Cor. 10:12-13
Tener convicciones firmes y una predeterminación a ser fieles al Señor.
- Huir de todo pecado sexual "Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca" 1 Cor. 6:18.  "Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor" 2 Tim. 2:22
Huir de todo lo que nos puede inducir a la tentación (revistas, películas, novelas, conversaciones, situaciones, pensamientos impuros).

b) El naufragio de la fe.
"…manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos" 1 Tim. 1:19, y "que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia", 3:9
La fe solo se puede mantener con limpia conciencia. Cuando pecamos, tenemos mala conciencia y si no la subsanamos mediante la confesión, nuestro bote "hará agua" y en algún momento, naufragaremos, perderemos la fe.

c) El proceso de la tentación.
- Atracción (por la afinidad de mi concupiscencia)
- Seducción (engaño, anestesia)
- Concepción (voluntad rendida)
- Pecado (acción consumada)
- Muerte (resultado: separación de Dios)
Bienaventurado el varón que soporta la tentación Sant. 1:12.

d) Áreas más comunes de tentación.
- Impureza sexual, concupiscencia de los ojos.
- Avaricia, codicia, amor al dinero, robo, injusticia
- Mentiras, engaño, falsedad.

Pecados espirituales


La tentación de Jesús nos muestra que podemos ser tentados por más llenos del Espíritu que estemos, por más que ayunemos y oremos.
"Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.
Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, dí que estas piedras se conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían."   (Mateo 4:1-11)

En esta tentación, varias cosas se pusieron en juego:

-) Satisfacer las legítimas necesidades en vez de hacer la voluntad de Dios

-) Autogratificación de la carne en vez de hacer lo que agrada a Dios

-) Actuar por amor propio en vez de actuar por la palabra de Dios

-) Actuar independientemente del Padre en lugar de actuar en total dependencia de Él.

Satanás nos tienta a actuar independientemente de Dios y de nuestros hermanos.Todas estas tentaciones ocultaban trampas que, de haber cedido Jesús, lo habrían desviado de su llamado.


Debemos cuidarnos de estas mezclas:

Fe y Orgullo

Ayuno y Ambiciones personales

Victoria y Vanidad

Servicio y Ostentación

Si Jesús hubiera transformado las piedras en pan, su ministerio hubiera tenido "mezcla".
"Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados"   Heb. 2:18.

"Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado" Heb. 4:15.

El escritor de la carta a los Hebreos destaca que las pruebas que tuvo que pasar Jesús lo habilitaron para ser nuestro sumo sacerdote que intercede a nuestro favor (Heb. 2:18; 4:15). Jesús vino a este mundo y se hizo hombre para experimentar nuestras pruebas, de ahí que entiende nuestra debilidad y nos manifiesta su misericordia. Como era ciento por ciento humano, Jesús «mismo padeció siendo tentado» (Heb. 2:18). 
Estas tentaciones se refieren a que Jesús enfrentó conflictos, tensiones y sufrimiento. Estas pruebas no eran para hacerlo caer, sino para reflejar su verdadero poder y fortaleza frente al conflicto. Por haber estado sometido a las pruebas y las tentaciones de la vida humana, Jesús es «poderoso para socorrer a los que son tentados» (Heb. 2:18). No existe tentación tan poderosa que el Señor no nos pueda ayudar a resistir. Seremos probados, pero con el poder de Dios saldremos victoriosos.

La obrera del Señor ante al prójimo.


"Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle"     Marcos 12:28-31

¿Quién es el prójimo? Del latín, proximus, próximo.

1) Una persona cualquiera (familiares, compañeros de trabajo, el chofer del colectivo, los vecinos, la empleada administrativa, el rico, el pobre, el bueno, el malo, el cristiano, el ateo…)

2) Persona respecto de otra, consideradas bajo el concepto de la solidaridad humana.
Nuestro trato con los demás revela, en gran parte, nuestro carácter, con sus rasgos buenos y sus rasgos malos.
Así como el amor a Dios es el fundamento del amor al prójimo, el amor al hermano es la garantía visible de nuestro amor a Dios. «Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?» 1 Juan 4:20
Mi verdadera imagen no está determinada por el concepto que yo tenga de mí misma, sino por la impresión que otros tienen de mi persona, especialmente los que me conocen más de cerca.
Si el segundo mandamiento más grande es que ame al prójimo, la impresión que debe quedar en mi trato con los demás es el AMOR.
Debemos amar al prójimo como a nosotros mismos, porque él es de la misma naturaleza que nosotros.
A veces, nos cuesta amar al prójimo. Sin embargo, es un mandamiento que debemos obedecer. La Palabra nos dice que «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado» (Rom. 5:5). Entonces, ¿cuál es la clave para que este amor se manifieste hacia los demás? APRECIAR o VALORAR al otro.
Lo valoramos y apreciamos, en primer lugar, porque es creación de Dios, la creación suprema de Dios. Si es nuestro hermano, además, ha sido redimido con la preciosa sangre de Jesucristo (doble razón para amarlo).
No debemos «conformarnos a este siglo» (Rom. 12:1-2)
Las tendencias de hoy son la indiferencia (en el mejor de los casos) y la agresión (cuando alguien me molesta). Cada uno vive en su mundo y muchas veces, entra en el del otro para criticar, juzgar o condenar. UNA VEZ MÁS, DEBEMOS GUARDAR NUESTRO CORAZÓN.
Debemos aprender a APRECIAR, es decir, a reconocer y estimar el verdadero valor de las personas.
Jesús era sensible y apreciaba a cada uno: al niño, al anciano, al extranjero, al leproso, al enlutado, a la mujer pecadora, etc., y a cada uno lo trataba de un modo especial.
GRAN IMÁN: el amor. Si amamos genuinamente a los demás, la gente se sentirá atraída hacia nosotros.

Cómo debemos amar a nuestro prójimo.


1. Amar con el corazón: apreciarle en nuestro interior y no con meras exteriorizaciones que nos enseñan las relaciones públicas. Amar de verdad y no fingir amor.

2. Amar con el alma: con nuestros sentimientos y emociones. Llorar con el que llora y reír con el que ríe.

3. Amar con los gestos: una mirada, una caricia, un abrazo.

4. Amar con la mente: pensar positivamente del otro (no ser malpensados).

5. Amar con la manera de hablar: con amabilidad, con gracia, dando un buen trato, sin palabras hirientes u ofensivas. Expresar cariño y amor aún con el tono de voz.

6. Amar con el oír: saber escuchar, escuchar con amor, con verdadero interés. Escuchar sin interrumpir. Tratar de identificarnos con nuestro prójimo al escucharle.

7. Amar sirviendo: con nuestras fuerzas, tiempo, dinero, habilidades, dones, inteligencia, etc. Debemos aplicar la gloriosa regla de oro.

"Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas"  Mateo 7:12

Reflexión.


"… cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él."     Hech. 10:38

Me llama la atención esto de que Jesús andaba haciendo bienes. Me resulta maravilloso que nuestro Señor se ocupara de los demás de esta manera. El bien que Él hacía era totalmente desinteresado, simplemente le gustaba hacer el bien a su prójimo. ¡Qué maravilloso ejemplo para seguir! Simplemente, quiero que el otro se sienta mejor, aliviado, amado. Para terminar, tomemos como máxima la descripción suprema del amor que figura en 1 Corintios 13:4-7.
EL AMOR
es sufrido,
es benigno,
no tiene envidia,
no es jactancioso,
no se envanece,
no es indecoroso,
no busca lo suyo,
no se irrita,
no guarda rencor,
no se goza de la injusticia
mas se goza de la verdad.
Todo lo sufre,
todo lo cree,
todo lo espera,
todo lo soporta.

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