UN PUEBLO QUE SABE FORMAR DISCÍPULOS




Por Iván Baker 26/7/1992

¡Somos una nación de sacerdotes! y no hay jerarquías en la casa de Dios. Sí hay pastores que deben ser muy honrados, pero esto no le da una jerarquía. Lo que sí es importante es que cada uno sepa que es un sacerdote en la casa de Dios. Esta es una de las cosas que debemos enseñar: “Somos todos un sacerdocio santo” ¿De acuerdo? ¿Ustedes me han escuchado hablar de esto no? ¿Por qué será que hay que insistir en ello? Porque no se nota mucho dentro de la iglesia del Señor, cuando se note hablaremos de otra cosa. Mientras no se note profundamente y la iglesia no tenga la transformación vital que necesita para que todos estemos en el ministerio no vamos a dejar de hablar constantemente esta palabra que es oportuna y urgente de parte del Señor. ¡Somos un pueblo de sacerdotes! 
Ahora bien, ¿Qué tipo de sacerdotes? Antes de que comience la renovación decíamos a la gente: “Cree en Jesucristo” Bueno, era fácil decir sí creo. Después aprendimos una frase un poco más profunda: “¿Quién manda en tu vida?”  y esto es más escrutador, va más fondo.  Sin embargo habrá una palabra más honda en la última hora: “¿Estás dispuesto a dar tu vida por Cristo?”. Dios permitirá que el diablo cañonee a la iglesia, que sea puesta en el patíbulo para descubrir quien es y quien no es. Y en ese día si hay una persona al lado tuyo dando su vida por Cristo sabrás que ese es de Cristo. La iglesia así será santa, pura y limpia como nunca lo fue.

¿Qué tenemos que hacer?

Primeramente aprendamos la fe, la oración de poder, la intercesión valiente,  aprendamos a resistir a Satanás, a avanzar con los dones del Espíritu. Aprendamos a ser hombres y mujeres del Espíritu, llenos de Dios, dependientes de la gracia del Señor. 

Lo segundo es que muchos hermanos de otras congregaciones nos dicen: “Nosotros necesitamos aquello que ustedes tienen” Creo que ellos necesitan lo que se dice que nosotros tenemos porque cuando voy a mirar lo que realmente tenemos en muchos sentidos se ha disipado, pero ellos quieren lo que tenemos. 
No sé si es conveniente decirlo pero Jorge Himitian me dijo el otro día: “Yo siento pesar cuando voy a predicar en algunos lugares. Dicen: “Levántense” “Más fuerte ese aplauso” “Levanten la mano, bajen la mano, canten el coro tal” Algunos se caen, otros se levantan. Perdonen el calificativo pero veo esta gente como ovejas no pastoreadas,  como un pueblo que no ha sido formado. ¿Saben lo que están buscando ellos? Un pueblo que sabe formar discípulos. 
Necesitamos afirmar muy fuerte lo que Dios nos ha revelado y encomendado. Más allá de buenos retiros, Dios nos ha llamado a formar vidas con capacidad para formar otras vidas. ¿Amén hermanos? Para esto es la capacidad que nos fue dada. 
El otro día orando con Jorge sentimos como que Dios nos había limitado, esto puede ser objetable por más de uno, yo tampoco quiero afirmarlo demasiado, pero sentíamos que Dios nos había limitado con muchas cosas que las otras congregaciones hacen para dedicarnos concretamente a los fundamentos importantísimos que como ingredientes Dios necesita introducir en la iglesia en los últimos días.  
Tan vez por este motivo no crecimos en otros aspectos. Quizás me equivoco o no sea así. Tal vez fue negligencia. Pongo todo esto delante de Dios. Pero una cosa sé: Que Dios nos dio preciosísima luz, nos enseñó preciosísimas lecciones que tambalean todos los días porque el diablo quiere destruirlas pero Dios desea que estas lecciones entren, penetren, transformen, cambien y el ministerio aceptable en el pueblo de Dios sea el que apunta a formar vidas y hacerlo con capacidad para formar otras vidas. Esto es lo que debiera llamarse ministerio de la Palabra, ministerio de Dios, ministros del evangelio. Hombres puestos, no para celebrar reuniones, para organizar retiros, eso de paso, sino para formar vidas y hacer discípulos. 
Jorge, hablándole al grupo de la zona tres en Buenos Aires, y a mí me conmovió porque la entiendo como una palabra profética, dijo: “Hermanos yo siento una palabra de Dios. Tenemos que estar embarazados buscando cada uno hijos espirituales. Debe producirse un cambio en la iglesia en este sentido” .
El cambio de actitud es que de no tener hijos debemos embarazarnos de hijos espirituales y clamar a Dios: “Oh dame hijos espirituales!”. Agregó que algunos atendieron discípulos y le ha sido muy molesto. Es como un matrimonio que no quiere tener hijos, pero viene y le es un problema. Les resulta una calamidad porque no querían tener hijos. El bebé llora de noche, hay que cambiarle los pañales, atenderlo a cada rato, en momentos inoportunos, la paz y la tranquilidad se van porque hay un hijo que ha nacido. Hay muchos que han tenido hijos espirituales y hoy no quieren saber más nada. ¿Por qué? Porque no quieren molestarse más. Porque los hermanos importunan, vienen a horarios inconvenientes, hay que perder el descanso, molestarse, hay que orar, estar y por este motivo no quieren discipular más.

Jorge nos decía: “Cambiemos de actitud” y esta es la palabra profética: “Pidamos a Dios hijos” “Clamemos por hijos espirituales” “Pidamos a Dios que descienda y quedemos envueltos en este deseo de tener nuevos discípulos”. Empecemos a activarnos, a orar, clamar a Dios, movernos para que el Señor sea glorificado en hijos espirituales. Él nos dará estos hijos porque cuando pedimos algo conforme a su voluntad el Señor lo hace.

¿Por qué vamos a hacer esto? 

Voy a decirles algunas cosas bien obvias.
Primero porque Dios manda a hacer discípulos a cada uno de nosotros.  Dice: “Yo os he puesto para que vayáis y llevéis fruto” Este fruto no es la vida que El nos dio, que puso en mí, sino la vida que yo voy a producir a través de la vida que el Señor puso en mí. El fruto es el resultado del don, de la gracia que Dios ha dado. No está buscando lo que Él nos dio sino el don ejercido el cual produce un fruto, y ese fruto está buscando el Señor.  
Toda la parábola de la vid señala que el Señor anhela que llevemos fruto. Y el que está en la vid y no lleva fruto le quitará, más el que lleva fruto lo limpiará para lleve más fruto.  Este fruto es algo que se obtiene yendo ¿Cuántas veces lo hemos dicho?  Tenemos que recordarlo de nuevo, porque es palabra eterna, hasta que venga el Señor, y nadie la cambiará. El Señor nos vuelve a hablar lo mismo, y cuando el pueblo necesita oír esta palabra debe aplicarla porque es lo que necesita. El dijo vayan, hagan discípulos, bautícenlos, enséñenles a guardar todas cosas que yo os he mandado. Todo esto viene por la unión del Espíritu.

La segunda razón es que Dios nos ha capacitado para esto. ¿Qué dijo el Señor?  Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, Samaria,  y hasta lo último de la tierra. Me seréis testigos. Vendrá el Espíritu Santo sobre ustedes. Yo les voy a dar mi poder, y predicarán, anunciarán mi nombre en todas las naciones hasta el fin. Y Pedro agrega que ese poder es para ustedes, para sus hijos, para todos los que están lejos, para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Es la unción del Espíritu, la promesa del Padre con la cual nos ha capacitado. ¿Amén hermanos? 

"Calemos hondo en la formación de una generación de discípulos que traigan gloria y fruto al Señor" 


Dediquémonos a esto.  No diversifiquemos demasiado, no andemos con muchas cosas, aboquémonos a aquello que Dios nos encomendó para que desde allí con los dones del Espíritu ejercitados, con la gracia de Dios presente, con los himnos, las canciones, las alabanzas, Dios nos llene cada vez más para que seamos un pueblo encendido, ardiendo, y cuando los hermanos de otras congregaciones vengan y nos digan “queremos lo que ustedes tienen” lo encuentren entre nosotros. ¡Amén!


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