REENCUENTRO CON ORVILLE SWINDOLL



“Dios nos permite sanar las cosas”

La semana pasada viajamos a Miami con Jorge Himitian y Víctor Rodríguez, estuvimos tres días con Orville Swindoll, Erma, Eduardo Dúo y los hermanos de Miami, pero principalmente el viaje era para estar con Orville. Así que pasamos tres días que podría describir de una profunda espiritualidad. Este reencuentro con Orville se puede definir en cuatro palabras: 

La primera palabra es AMOR.

Quisimos expresarnos mutuamente nuestro profundo amor, un amor que fue obra de Dios, un amor incondicional, amor profundo, un amor de años, pasamos esos días expresando ese amor que Cristo puso en cada uno de nosotros. Es más que amor de hermano, más que amor de amigo, es un amor que nació junto con el mover espiritual, con el derramamiento del Espíritu Santo, allá por el año 1967. Fue allí donde el Señor nos unió en un profundo amor.
Recordamos días, momentos, donde hemos llorado, reído y jugado porque éramos jóvenes. 

La segunda palabra es ESPIRITUALIDAD

Fue un encuentro espiritual. Hubo oración, apertura de las escrituras, el compartir palabras, cosas que Dios nos habló. Un encuentro profundamente espiritual. 
No fue un encuentro para tratar temas, sino para dejar que el Espíritu Santo nos hablara a todos. Esa espiritualidad que vivimos al comienzo de la renovación se revivió esas pocas horas, resucitando otra vez en medio nuestro.

La tercer palabra es GRATITUD

Tuvimos la oportunidad de expresarle a Orville nuestra gratitud por todo lo que él significó para nosotros en lo personal, para nuestras familias, para la iglesia, para la iglesia en la Argentina, por lo que significó para la nación.
Porque todas las verdades, enseñanzas, todo lo que nos transmitió se sigue comunicando a personas que nunca lo vieron y que la mayoría nunca lo van a ver. Por lo que nos comunicó, esas verdades de Dios, por esos cuarenta años queríamos decirle “Gracias Orville” Y el mismo agradeció por toda esa camaradería, comunión, el estar juntos, por ese grupo de los cinco junto con Keith e Iván, que ya están en la patria celestial. Fueron muchos días y semanas juntos. Tiempo de llorar, escuchar y hablar. Sé que teníamos una deuda de gratitud con Orville.

La cuarta palabra es CLARIDAD

Hablamos con transparencia, en la luz, hablamos las cosas que estamos de acuerdo, las cosas que no, todo con total transparencia. Sin dejar nada en el tintero. Hay cosas que no son las mismas que antes, que no pensamos igual. Nosotros hemos  procurado afirmar esas verdades que Dios nos reveló en la década del 70 y estando en Argentina aún más, porque vemos las consecuencias de abandonar lo que el Señor nos reveló. Pero pudimos hablar con tanta claridad, con tanta honestidad, fue maravilloso. Es de hombres maduros, amarse y pensar diferente. 

La gracia del Señor estuvo presente, Su amor nos envolvió. Hacía tiempo que no teníamos un encuentro con tanta profundidad en el amor, con tanta espiritualidad sobre todo. Comúnmente en los encuentros tenemos que tratar situaciones de mengano, de sultano, pero aquí no teníamos que hablar de nadie de afuera, queríamos hablar de nosotros y dejar que el Señor nos hablara a nosotros. Hubo un nivel de alta espiritualidad. 

Le agradezco a Dios por el apoyo, por las oraciones de tantos hermanos de todo el país, por todos los pastores que componen el grupo de ministerio translocal de diferentes provincias apoyando un ciento por ciento el viaje. Más de doscientos pastores de comunidad cristiana apoyaron este encuentro sabiendo para qué y qué íbamos a hacer allá.
Agradezco a Dios por ese tiempo. Era el momento justo. Somos grandes, unos más enfermos que otros, algunos más sanos. No sabemos cuando el Señor nos va a llevar por eso era importante que nos reuniéramos antes que el Señor nos lleve.

Las cosas hay que arreglarlas aquí. Mi consejo hermano y hermana, es que si hay diferencias, situaciones, problemas, cosas sin arreglar con alguien,  no tienes que estar de acuerdo para expresarlas y hablarlas con esa persona, aún cuando no sea cristiano. Arreglemos todas nuestras situaciones.

Bendigo al Señor por ese hermosísimo tiempo donde lo que sobresalió fue el amor.
El viernes a la noche, después de las cinco de la tarde todos los hermanos que querían saludarnos podían venir. Trajeron algo para comer así que compartimos alimentos y nos saludamos. Erma Llovel se sentó al piano, cantamos viejos coros, de aquella época, fue un momento muy grato, muy especial. Por un instante pensábamos que estábamos en la casa de Darling. 

Para este encuentro Eduardo Dúo alquiló una casa amueblada por cuatro días, estilo americana, con muchas salas, muy cómoda y nos vino “de diez” porque éramos pocos.
Orville y Erma están mucho más delgados, con bastantes problemas de salud, bajaron mucho de peso los dos pero están bien.

Gracias por sus oraciones. Ellos mandan saludos a todos los hermanos. También mandan saludos Eduardo y Raquel Dúo y los hermanos que los conocen y están allá. Los hijos están grandes, algunos recién empiezan y otros estamos en la cola para irnos. Así es la vida, pero lo bueno de esta vida es que Dios nos permite sanar las cosas. Nosotros pasamos seis años muy duros, muy difíciles, con muchas lágrimas, por eso era necesario no solo arreglar las cosas con Dios, sino también con ese vínculo de amor entrañable, en esa unidad espiritual. No solamente decirnos “nos perdonamos” sino hacía falta algo así, profundamente espiritual.

(Informe del viaje apostólico a Miami brindado por Ángel Negro)