¿Qué significa subyacer?
Estar una cosa por debajo de otra o supeditada a ella ocultamente. Profundo, hondo, subterráneo, latente.
En todas las personas existe una realidad que subyace en su interior, que es honda, que late y debe ser descubierta si en realidad queremos ser de verdadera ayuda.
Jesús, en su ministerio terrenal, tenía la capacidad de ver lo que estaba detrás de la gente. El Maestro veía no necesariamente lo que proferían sus labios o demostraban sus actos, sino lo más profundo de las personas. Por ejemplo el caso de Natanael
Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.
San Juan 1:47/48
1. Cada persona es un mundo.
Cada persona es un mundo, cada persona percibe lo que le rodea de una manera distinta a cualquier otra persona. Donde nosotros vemos unas cosas, otros ven otras cosas distintas. Si yo me siento frente al mar, es posible que yo vea en las olas, por ejemplo, mis recuerdos de juventud cuando iba de vacaciones con mis padres o cualquier anécdota vivida que guarde relación. Un estudiante de biología verá en el mar las especies marinas que habitan en él, que está estudiando en ese momento. Si justo en ese momento pasa un pescador, al ver el mar lo mirará calculando cómo sería de productiva la pesca en relación a las condiciones climáticas, y un surfero mirará únicamente las olas pensando si son o no propicias para hacer surf. Cada uno tiene una perspectiva propia, y todas son verdaderas.
En la iglesia cada persona tiene una historia, sus vivencias actuales, sus luchas de la semana, el entorno familiar, etc. Cada uno merece un trato distinto, diría Ángel Negro: “Un trato artesanal”.
2. Para entender lo que subyace es necesario estar lleno del Espíritu Santo.
No se trata de una sesión de psicoanálisis, tampoco de ese tacto que da la experiencia en la vida, aunque no niego que estas cosas pueden ayudar. El Espíritu Santo nos muestra lo real, a través de los dones de conocimiento. Se trata de algo espiritual.
Cuando la persona nos diga: “Todo bien...”, “Todo en orden”, el Espíritu nos indicará que esa no es su realidad, que subyacen otras cosas que necesita abrir para conversarlas.
La experiencia de Pedro apóstol, con Simón el mago:
"Porque veo que estás en hiel de amargura y en cadena de iniquidad." Hechos 8:23
Es bueno aclarar que el Señor nos llevará al punto esencial, sin necesidad de que esté presente la morbosidad o el “interrogatorio policial”. Es natural, espontáneo, con gracia, con amor, porque el que punza es el Espíritu, no nosotros.
3. La verdadera edificación que es por fe se produce cuando se tratan las cosas que subyacen, no las superficiales.
No cabe duda que todos nosotros procuramos trabajar en la edificación de vidas con el mayor compromiso y eficacia posible. Hemos comprendido que se debe edificar con responsabilidad y también a observar los cambios en las personas. No obstante, si no interpretamos lo que está debajo, lo que subyace, la tarea siempre será incompleta. Será menester mucha oración, profunda comunión y compañerismo con aquellos obreros que pretendemos ayudar, aunque siempre dependerá de la cercanía que ellos quieran tener.
4. Para entender lo que subyace hay que “bajar un cambio”
Un obrero que anda a “cien por hora” todos los días de la semana no recibirá la instrucción del Espíritu para ayudar en verdad a la gente. Tendrá que parar un poco su ritmo, aquietarse en Dios, orar. Dejar primero que el Señor lo llene de amor y compasión. Valorar la comunión y la amistad, disfrutarla, dejar de lado la relación profesional para estar dispuesto a sentarse con su hermano en el cordón de una vereda.