Los encargados de grupos caseros de la comunidad cristiana de Rosario se reunieron en el predio de Ibarlucea a fin de buscar al Señor y ser edificados. Fue un tiempo de intensa oración unos por otros, de participación libre y de apertura a los dones y dirección del Espíritu Santo.
Así lo expresó Claudio Lancioni: “Un tiempo intenso, fresco, muy participativo, regrese a casa con mucha alegría. Todo el tiempo invertido en la oración nunca será perdido”
La dirección de las reuniones no debe ser la tarea de unos pocos hermanos, sino que todos los miembros del cuerpo tienen que llevar la carga juntos y procurar edificarse unos a otros. Necesitamos dar oportunidad para la expresión de mutualidad, ese rasgo esencial que debe prevalecer en todas las relaciones de la iglesia.
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