Preguntas que el cristiano nunca debe hacer




Mientras regresaba a su casa, luego de una reunión de la iglesia, al pastor Winter le vinieron a la mente una serie de preguntas que nunca antes se había planteado.

¿Estamos haciendo las cosas según el  Nuevo Testamento?

¿Es bíblico estar sentados en un banco, viendo las cabezas de las filas delanteras e ignorando las filas de atrás por espacio promedio de 120 minutos?
  
¿Por qué gastamos todo el ingreso en mantener el edificio donde estamos unas pocas horas en la semana?  

¿Por qué está media dormida y entretenida la congregación cuando el Pastor está predicando? 

¿Por qué pasamos por el mismo ritual, previsible de principio a fin, cada domingo por la mañana?

¿Por qué son dos o tres los que “ministran” en la reunión y el resto de la hermandad se mantiene pasiva e impaciente? 

¿Por qué a muchos les embarga el tedio en las reuniones y al pasar el tiempo no experimentan un genuino crecimiento espiritual? 

Winter luchaba consigo mismo mientras las preguntas continuaron invadiendo su cabeza. El se sintió contaminado y sacrílego por pensar tales cosas. Sin embargo, algo estuvo sucediendo dentro de él que lo obligó a dudar de toda su experiencia eclesiástica. Estos pensamientos estuvieron inactivos en su mente por años. Hoy salieron a la superficie.    

Es interesante que las preguntas que el pastor Winter tuvo aquel día son aquellas que prácticamente nunca entran el pensamiento consciente de la mayoría de los cristianos. Esas intrigas simplemente no aparecen en nuestros cerebros evangélicos. Sin embargo, la realidad sobria es que los ojos de Winter se habían abiertos.    

Tan asombroso que puede sonar, casi todo lo que se hace en nuestras iglesias modernas no tiene base bíblica. Mientras los pastores rugen desde sus púlpitos que son “bíblicos” y siguen la “Palabra pura de Dios,” sus palabras son traicionadas por la práctica. Es alarmante que tan poco del cristianismo moderno calce con algo de la iglesia del primer siglo.   
      
Preguntas que Nunca se nos Ocurren.   

Sócrates (470-399 a.C.) es considerado por algunos historiadores como el padre de la filosofía. Nacido y criado en Atenas, su costumbre era ir por el pueblo haciendo preguntas incesantemente  y analizando los asuntos.
Sócrates cuestionaba de manera audaz las creencias y prácticas populares de su día. El pensaba libremente sobre asuntos que sus contemporáneos Atenienses no consideraban apropiados para la discusión. Es decir, los asuntos denominados “intocables”.   

El hábito de Sócrates de lanzar preguntas penetrantes a la gente y conseguir que la gente participe en unos diálogos críticos acerca de sus costumbres, eventualmente le llevó a su muerte. Sus preguntas incesantes de las tradiciones llevaron a los líderes Atenienses a acusarlo de “corromper a la juventud.”  Como resultado, ellos mataron a Sócrates. Estos dirigentes enviaron un mensaje bien claro a los conciudadanos Atenienses: ¡Todos los que cuestionan las costumbres establecidas enfrentarán el mismo destino!   
Sócrates no era el único filósofo que fue víctima de represalias por su no conformismo: Aristóteles fue exiliado, Spinoza fue excomulgado, y Bruno fue quemando vivo. Sin mencionar a los miles de cristianos que fueron torturados y matados por la iglesia tradicional porque se atrevieron a desafiar a sus enseñanzas.   

Como cristianos, nos enseñan a creer ciertas cosas y comportarnos de determinada manera. Sí, tenemos Biblia, pero estamos condicionados a leerla con las lentes regaladas por la tradición a la cual pertenecemos. Nos enseñaron a obedecer los preceptos de nuestra denominación (o movimiento) y jamás cotejar o poner en tela de juicio sus enseñanzas.    

Los cristianos nunca preguntamos por qué hacemos tal cosa. Más bien, seguimos alegremente cumpliendo nuestras tradiciones religiosas, sin preguntar su origen. La mayoría de los creyentes que pretenden apoyar la integridad de la Palabra de Dios nunca han investigado si las cosas que se hacen todos los domingos o en el programa regular de la iglesia tienen bases bíblicas.   

Notablemente, el pensamiento y la práctica de la iglesia contemporánea han sido influenciados mucho más por eventos históricos post-bíblicos que por los imperativos y ejemplos Neo-Testamentarios. 
Sin embargo, la mayoría de los cristianos no tienen conciencia de esta influencia. Tampoco se dan cuenta que esto ha creado un montón de tradiciones adoradas, calcificadas, ideadas humanamente, todas las cuales son consideradas rutinariamente como “cristiana.”

¿Por qué los cristianos nunca nos preguntamos estás cosas?  

Porque si  lo hicieramos llegaríamos a conclusiones perturbadoras, a decisiones radicales y consecuencias muy tremendas. Las conclusiones nos obligarían por la conciencia a abandonar para siempre lo que estamos haciendo para abrazar una práctica bíblica de ser iglesia.

(Tomado del Libro “Paganismo en Tu Cristianismo”)   

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