LOS BARES: NUEVOS LUGARES DE DISCIPULADO CRISTIANO


Muchos cristianos utilizan los bares como ámbito de esparcimiento, lugar de aconsejamiento e incluso discipulado cristiano. Estos lugares públicos son usados como oficinas para dialogar con la gente. 

Cristianos que adoptaron esta tendencia así lo expresan: 

"En los bares las personas están más distendidas que en la oficina. Se puede charlar con hombres y con matrimonios, nunca con mujeres solas. También tener comunión y amistad, el cafecito es un buen recurso terapéutico.


El bar siempre es un sitio para descontracturarse, se puede utilizar para reuniones de trabajo o tratar asuntos de la iglesia, son lugares que se buscan deliberadamente para encuentros personales o grupales. 
Compartir un café con hermanos en la fe es sacarlo de la cansadora rutina; el lugar por sí solo te cambia, genera una manera distinta de encarar la conversación.

Quienes se reúnen con frecuencia en los bares manifiestan  que el  encuentro trae buenos resultados: “las personas cuentan cosas que no contarían en otro ambiente y también uno cuenta cosas profundas"

El discipulado se trata de una tarea fraternal, no institucional y si bien las cuestiones pueden ser más o menos delicadas, el café nos permite estar distendidos. En ocasiones utilizan el café para “hacer tiempo” o como pasatiempo.

El bar es un lugar físico donde las mesas, sillas, mozos, una serie de sonidos y el aroma prometedor del clásico express sirven para iniciar una charla, destrabar un conflicto, poner en la mente una verdad, predicarle el evangelio al mozo, enardecerse con el fútbol, "resolver los problemas del mundo" o tan sólo para esperar a un amigo y hablar de quién sabe qué. 

Los comerciantes, los políticos, los viejos, los artistas, las maestras, los estudiantes, los periodistas, los desocupados, los enamorados, los vendedores, casi todos van al café.

Es el lugar donde la gente se ve la cara y, salvo en los lugares muy céntricos, se sabe quién es quién en la ciudad o el barrio que sea.

¿Por qué, entonces, no habrían de ir los cristianos al café?, aunque la verdadera pregunta es ¿por qué no frecuentan más seguido el lugar donde vibra el alma de las ciudades.

Sin embargo, los bares tienen sus limitaciones y contraindicaciones para los cristianos, por ejemplo en un bar las personas deben contenerse de prorrumpir en lágrimas por su arrepentimiento o de júbilo por la presencia de Dios. 
Dado su entorno, no es un lugar adecuado para alabar a Dios, cantar, adorar o postrarse, tampoco para orar o clamar a Dios ante una necesidad que se presente en el momento. 
Aún más, muchas personas necesitan ser llenas con el Espíritu Santo y otras renovadas, acciones espirituales que no son recomendables llevar adelante en un bar. 
No es aconsejable que se haga una costumbre reunirse en un bar, también necesitamos encontrarnos en la casa de los hermanos, en nuestras casas y, si es necesario, en la oficina pastoral.

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