ENTREVISTA CON ALEX SAMPEDRO


(Tomado con permiso. Conversando sobre composición con: Alex Sampedro Primera parte
Por Noel Navas  - del blog "Conversando Sobre Composición")

Alex Sampedro  "El compositor de las “Ideas felices”.

Una entrevista a Alex Sampedro, sicólogo y graduado del conservatorio de Valencia donde obtuvo el título profesional de música. Se perfeccionó en piano y canto moderno. También es técnico superior de sonido. Es conferencista y maestro en el Instituto de Artes Musicales de Valencia. En 2007 lanza su primer disco titulado: “Oxigéname” y en 2010 “La vida es gratis”. Ambos con canciones profundamente reflexivas y desafiantes. Recientemente lanzó su más reciente producción: “Oleluya”, un disco de alabanza y adoración congregacional con el que pretende servir a la iglesia latinoamericana. Una conversación vía Skype a las 2:00 a.m., hora de El Salvador.

Nota: Durante la entrevista se mencionan algunas canciones que podrá escuchar si se dirige al Player ubicado al final de esta entrada. Posicione el cursor sobre el título de la canción que desea oír y de inmediato se reproducirá un breve track para que conozca la canción a la que el compositor hizo referencia.

Alex, gracias por el tiempo que me das para conversar sobre composición. Te soy franco, tengo un guión de preguntas que quisiera cubrir pero estoy abierto a que surjan preguntas espontáneas mientras platicamos del tema. Mi interés es conocer en profundidad tu faceta de compositor para los lectores del blog. Así que comencemos desde el principio, ¿desde cuándo tú interés por la música y la composición?

Alex: Yo recuerdo que las primeras veces que compuse tenía unos 8 ó 9 años, claro, no te voy a cantar esas canciones ahora (se ríe). Desde esa edad componía como forma de expresar mi arte. Los niños expresan su arte de distintas maneras, yo era terrible para pintar pero me gustaba la música, a los 6 años empecé a estudiar en la academia y a los 10 en el conservatorio. Mientras estudiaba comencé  componer.

La primera canción que escribí y que sí me gustó fue a los 15 años. Esa fue la canción con la que dije: “Esta canción es algo que la gente podría escuchar”. Las otras fueron como para mí.

¿Por qué no te gustaron tus canciones de los 8 ó 9 años? ¿Eran tan malas?

Alex: No es que fueran malas, sino que yo las componía sin percatarme de que las escucharían otras personas. Mi madre a veces me pillaba componiendo y me hacía que se las cantara. Entonces no es que eran malas (se ríe), trataban de Dios, eran alabanzas, pero las hice sin intención de inspirar a otros. Eran para expresarme, sin afán de mostrarlas.

¿Qué te estimuló a seguir componiendo? ¿Fue alguien más o fue tu propia intuición que te animó a seguir?

Alex: No recuerdo que alguien me dijera que lo hiciera, fue algo natural que se dio en mí. Como yo estudiaba solfeo y canto, en mi casa practicaba las lecciones y entonces decía: “Me voy a poner a componer”. Ahora, también aparte de la música me ha gustado la literatura y leer muchísimo. Por allí crear algo nuevo siempre me llamó la atención desde pequeño.

Si entraste al conservatorio desde los 10 años (y estudiabas desde los 6), ¿a qué le atribuyes que hasta los 15 compusiste una canción que dijiste que tenía potencial de mostrarse a otros?

Alex: Mira, esa primera canción que escribí y que me gustó muchísimo la titulé: “Una voz” (oír en el player). La basé en el texto que dice: “Una voz que clama en el desierto”, donde hablo de que hay una voz hablándole al mundo, una voz intentando hacerse oír. Como en ese entonces estudiaba violín no componía con acordes, sino que cantaba la melodía y apuntaba las notas musicales. Creo que fue a los 15 años que comencé a estudiar guitarra y entonces a componer con acordes y melodías, quizá a eso se debió que comencé a componer cosas más interesantes desde esa edad.

¿Se grabó la canción?

Alex: Sí, está en “Oxigéname”, mi primer Cd.

¿Cuánto tiempo estudiaste en el conservatorio?

Alex: Desde los 10 hasta los 20, estudié 10 años. Obtuve el título que se llama: “Título profesional de música especialidad violín”. Allí estudias de todo, piano, violín, armonía, fundamentos de composición, en fin.

Al escucharte recuerdo a un autor: Bob Sorge, tiene varios libros sobre adoración. En uno de ellos hay un capítulo que se llama: “Músico o copiador” y hace una crítica muy interesante a las escuelas de música afirmando que las personas que gradúan son copiadores de música, no creadores de música. Que un músico no es quien interpreta la música de otros, eso es un copiador. Un verdadero músico es alguien que crea música inédita. ¿Qué opinas de esa percepción?

Alex: Mira, aquí en España la enseñanza musical está muy orientada a la música clásica. Recién se están formando escuelas de música moderna pero es por el lado privado, no subvencionado por el estado. Yo tenía amigos del conservatorio que son grandes pianistas y les ponía una canción en papel con los acordes arriba o un chart y eran incapaces de tocarlo. A veces yo tocaba tres o cuatro acordes que me había enseñado el guitarrista de la iglesia y ellos me decían: “¿Y cómo es que haces eso? ¿Cómo sabes qué acorde tocar?” Era como si fueran esclavos de la partitura y no sabían salir de allí. Tocar y ser músico tiene mucho mérito, pero no solo se limita a copiar o interpretar una partitura. Pero sí, es verdad, hace falta una educación donde el músico aprenda a expresarse, a entender el lenguaje y expresarse por sí mismo.

Una de las cosas que agradezco como músico es lo que aprendí en el grupo de alabanza de la iglesia. Como cuando tocábamos no había partitura para nadie yo tuve que aprender a improvisar a mi manera con el violín. Fue un proceso horrible porque me ponían a un ladito de la plataforma donde nadie me veía y ni siquiera me ponían micrófono, pero allí estaba yo practicando semana tras semana. A base de practicar aprendí el lenguaje afuera de la partitura. Que era algo que mis compañeros no tenían por lo que tú dices Noel, no se enseña, no se enfatiza esa idea de músico. Son excelentes ante la partitura pero no entienden el lenguaje de la armonía y de las notas que están más allá de lo escrito.

Cuando comenzaste a componer esas canciones que dices que sí te empezaron a gustar y mientras estudiabas en el conservatorio, ¿tuviste gente a tu alrededor que te estimulara a seguir adelante?

Alex: Sí, claro. Sobre todo mis padres. También un grupo de amigos de la iglesia con quienes compartía mis canciones. Yo se las enseñaba y me decían: “Sigue para adelante, continúa componiendo”. Hasta decían que sería bueno componer juntos y cantar las canciones en la iglesia. Y sí, tuve personas cercanas que me animaron al margen de mis estudios académicos.

¿Nunca nadie te desanimó o menospreció por tu creatividad o por ese rumbo que querías seguir de componer?

Alex: La verdad que sí. Hubo varias situaciones y personas, pero la gente que es importante para mí, mis padres, mi familia y algunos buenos amigos míos, siempre me impulsaron. Eso para mí era lo más importante, los de casa. Uno debe contar con la opinión de la gente que te quiere, pero de quienes no te quieren las críticas pueden ser destructivas.

Ahora, había gente que me decía algunas cosas que tenía que mejorar, no me aplaudían todas las canciones. Pero si alguien te quiere y tiene sensibilidad no te va a desanimar; no obstante, hay personas que te criticarán ni siquiera por tu don de componer, sino que se meterán con tu persona, con tus motivaciones. Por ejemplo, mi primera clase de violín fue a los 7 años y mi profesor me dijo que yo no tenía futuro en el instrumento. La verdad él no tenía tacto con los niños, era muy mayor y se desesperaba, ahora veo eso; pero de niño para mí era un monstruo salido del infierno. Me quedé llorando en la puerta de la academia y mi mamá me recogió. Le dije que no quería volver a tocar el violín nunca más. ¡Estuve un año entero sin tocar! Me quedé estudiando solfeo un año más y volví al violín hasta los 8 años.

O sea, personas que te desaniman hay por todas partes. Yo soy de los que creo que debes escuchar todas las críticas sí vienen con buenas intenciones. A mí no me desaniman, me motivan para crecer y mejorar. Y claro, siempre que haya un buen corazón detrás. Tengo amigos que cuando les muestro una canción me dicen: “Alex, la canción está buena, pero tú me tienes acostumbrado a otras cosas”. Yo le doy gracias a Dios por personas así.

¿Cómo fue tu ritmo de componer a partir de “Una voz”? ¿Cuántas canciones escribías por semana o por mes?

Alex: Por mi horario de joven nunca tuve mucho tiempo para componer. Iba al instituto por las mañanas y luego tomaba el tren subterráneo hasta el conservatorio donde estudiaba por las tardes. Llegaba a casa de noche y eso era de lunes a viernes. Luego el fin de semana tenía tareas y que estar en la iglesia. Por lo tanto, mi proceso de composición se dio dentro de mi propia vida. Yo iba en el metro, se me ocurrían ideas y las escribía. Se me ocurría, una “Idea feliz”, le llamo yo. Que es como una semilla que siembras, esperas y luego la cultivas y la conviertes en canción. Yo no es que me ponía una vez por semana a componer sino que en mi cabeza siempre trataba de sacar algo de todo lo que me pasaba. A veces eso se convertía en una palabra, una frase o un concepto, ideas que no se suelen usar, les daba vueltas en la cabeza y cuando me sentía inspirado me sentaba a componer. No sé cómo explicarlo, o sea, cuando yo decía: “¡Ahora quiero!”, entonces iba al piano o a la guitarra a comenzar a generar la canción. A veces me salía un coro, a veces una frase larga, a veces una estrofa y lo dejaba allí. A veces tenía 3 ó 4 canciones a medias, a veces escribía una muy rápido y otras tardaba 6 meses para volver al coro y terminarla. Cada canción es un hijo diferente.

¿Cada cuánto? Yo tenía temporadas muy prolíferas, cuando tenía más tiempo, estando en casa me sentaba y me ponía componer. A veces pasaba un mes o un mes y medio y no componía nada.

Háblame de cómo almacenabas eso que tú llamas: “Ideas felices”, ¿las anotabas en papel? ¿Las grababas en audio?


Alex: Yo tenía una agenda porque yo no sé vivir sin agenda. Soy alguien que olvida muy rápido las cosas. La verdad comencé a hacerlo porque me di cuenta que perdía la ideas, o sea, se me ocurría algo y pensaba que no se me olvidaría y tristemente lo olvidaba. ¡Me pasó muchas veces! Hasta que dije: “¡Es suficiente! ¡Voy a comenzar a anotar todo esto!” Y empecé a anotar mis “Ideas felices”, que podría ser una melodía, una secuencia de acordes o una frase que oí en la televisión o que había leído. Otras veces podían ser rimas, dos palabras que me causaba gracia cómo rimaban o una tonadita que me gustaba. Esas son las “Ideas felices”. Luego intentaba construir una canción alrededor de todo eso y buscaba darle creatividad.

Fíjate que sé de muchas personas que les pasa lo mismo que a mí, que no anotan y se les olvidan las ideas…

¡Yooo…!

Alex: ¡Sobre todos por las noches! Hay personas que les pasa que se acuestan y no pueden dormir. En mi caso las mejores ideas se me han ocurrido acostado. Lo que hago es que me levanto y anoto, sino al día siguiente se me han ido. Debemos ser mayordomos de lo que Dios nos da, por eso tengo la agenda llena de notas. Yo le pongo fecha a esas notas y alguna del 3 de octubre la junto con una del 13 de noviembre y sale una canción (se ríe).

¿Cuántas canciones tenías en tu banco de canciones cuando decidiste grabar “Oxigéname”, tu primer disco?

Alex: Mira, yo soy una persona muy exigente conmigo mismo. Entonces canciones completas yo no suelo tener muchas, ¡tengo muchas ideas!

Almacenadas…

Alex: Exacto, y cuando me pongo a componer si noto que la canción no me gusta por lo general no la acabo. Quizá la guardo por si tal vez en el futuro la logro reenfocar, pero si una canción no me hace vibrar, no me llena y no me habla, no la llego a terminar.

“Oxigéname” lo lancé a los 23 años, en 2007. Contiene 10 canciones y a lo mejor tenía 18 canciones de las cuales escogí las que quedaron. No soy mucho de tener muchas canciones, sino ideas, y por lo general tengo las que quiero grabar. Esa es mi forma de trabajar, no suelo terminar canciones que no me gusten. Por eso te digo que soy muy exigente, peleo mucho conmigo mismo.

Continúa…

Comentarios