2018: Año de examen profundo
El comienzo de un nuevo año es ideal para examinarnos y detectar aquellas cosas que no nos permitieron dar fruto para el reino de Dios y sin lugar a dudas la rutina es una de ellas.
El diccionario define a la rutina como costumbre o hábito adquirido de hacer algo de un modo determinado, que no requiere tener que reflexionar o decidir. Habilidad que es únicamente producto de la costumbre.
*Está ocupado en disfrutar lo existente, toda innovación que turbe su tranquilidad y le cause algún grado de incomodidad la desestima.
*Las misiones, la evangelización en las calles, las originalidades, los buenos proyectos concebidos en Dios parecen cosas imposibles de realizar.
*La falta de interés para asimilar desafíos nuevos lo lleva a frecuentar siempre las mismas cosas.
La rutina es el hábito de renunciar a pensar
La rutina es la síntesis del renunciamiento. Un pensador del siglo XX expresó:
"Cada hábito es un riesgo, porque la familiaridad provoca cosas que pueden ser contraproducentes y que hacen perder la iniciativa a las personas. Los actos que al principio provocaban pudor, acaban por parecer naturales; el ojo percibe los tonos violentos como simples matices, el oído escucha las mentiras con igual respeto que las verdades, el corazón aprende a no agitarse por acciones inapropiadas"
Procuremos el cambio
# Oremos y roguemos al Señor que nos muestre aquellas rutinas que nos impiden crecer y fructificar.
# Avancemos hasta donde nos alcance nuestra visión.
# Procuremos la renovación personal y comunitaria.
# Sepamos que el Espíritu Santo es el único que nos puede sacar de la rutina y conducirnos mar adentro hasta encontrar lo trascendente, aquello que Dios anhela para nosotros.
Editorial
De acuerdo a este significado, el cristiano se vuelve rutinario cuando las actividades infructíferas, no pensadas ni evaluadas, se reiteran año tras año y se consolidan en su vida resistiendo los cambios.
La rutina no es compatible con la renovación.
Señales del cristiano rutinario
*Evita salir de sus costumbres y cruzar espacios nuevos; repite que es preferible lo ya conocido que lo bueno por conocer. El Señor nos instó a alzar los ojos y ver que los campos ya están listos para ser cosechados. En otras palabras, nos llama a salir de la rutina que no siembra ni recoge.
Señales del cristiano rutinario
*Evita salir de sus costumbres y cruzar espacios nuevos; repite que es preferible lo ya conocido que lo bueno por conocer. El Señor nos instó a alzar los ojos y ver que los campos ya están listos para ser cosechados. En otras palabras, nos llama a salir de la rutina que no siembra ni recoge.
*Está ocupado en disfrutar lo existente, toda innovación que turbe su tranquilidad y le cause algún grado de incomodidad la desestima.
*Las misiones, la evangelización en las calles, las originalidades, los buenos proyectos concebidos en Dios parecen cosas imposibles de realizar.
*La falta de interés para asimilar desafíos nuevos lo lleva a frecuentar siempre las mismas cosas.
La rutina es el hábito de renunciar a pensar
La rutina es la síntesis del renunciamiento. Un pensador del siglo XX expresó:
"Cada hábito es un riesgo, porque la familiaridad provoca cosas que pueden ser contraproducentes y que hacen perder la iniciativa a las personas. Los actos que al principio provocaban pudor, acaban por parecer naturales; el ojo percibe los tonos violentos como simples matices, el oído escucha las mentiras con igual respeto que las verdades, el corazón aprende a no agitarse por acciones inapropiadas"
Procuremos el cambio
# Oremos y roguemos al Señor que nos muestre aquellas rutinas que nos impiden crecer y fructificar.
# Avancemos hasta donde nos alcance nuestra visión.
# Procuremos la renovación personal y comunitaria.
# Sepamos que el Espíritu Santo es el único que nos puede sacar de la rutina y conducirnos mar adentro hasta encontrar lo trascendente, aquello que Dios anhela para nosotros.
Editorial