DONES CARISMÁTICOS


Todos sabemos que la iglesia es el templo del Espíritu Santo. Sin su actuación la iglesia carece de vida y de razón. Por lo tanto, es importante que reconozcamos su presencia y actuemos bajo su unción y dirección. El apóstol Pablo, especialmente en sus cartas a los romanos, los corintios y los efesios, destaca los ministerios, los carismas y las operaciones del Espíritu Santo. Y manifiesta su propósito de obrar en todos los cristianos, según su soberana voluntad.
En los últimos años de la década sesenta éramos más conocidos como carismáticos que hoy en día. La falta de un mayor desarrollo en esta área nos preocupa. Es más, al parecer, ha habido más bien una disminución en los dones carismáticos, con raras excepciones. Por cierto, nunca desaparecieron, pero nos preocupa que porque tampoco afloran. Muchos entendemos que, en general, las comunidades carecen de una adecuada orientación bíblica al respecto, y quizás también de una motivación hacia su ejercicio. Nos debe preocupar esta falta, ya que la iglesia necesita todos los dones que Cristo le da. Ninguno de ellos es prescindible.
Somos testigos de un despertar espiritual en la actualidad. Dios se está moviendo con poder. Su pueblo está respondiendo con fe y expectativa. ¿No estamos viviendo el clima propicio para el desarrollo de los dones del Espíritu Santo? Quizás la mayoría de nosotros ha tenido alguna experiencia carismática, más allá de hablar en lenguas en oración. En algunos surge la convicción de que estamos muy cerca de u na experiencia comunitaria esta área. Dios dotará a su pueblo para que realice su misión en la tierra.

Por Oville Swindoll

(Tomado del mensaje "Proyectándonos" Retiro de Pastores y obreros Embalse Río Tercero Noviembre 1985)