Fundamentos de una verdadera sociedad espiritual.
“Pedro con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos” Hechos 3:4
Pedro y Juan iban camino a la oración y en la puerta del templo un hombre rengo de nacimiento les pidió limosnas, entonces Pedro le dijo “Míranos”. No le dijo “mírame” sino “míranos”. Se refirió a ambos.
*Pedro y Juan
-Se trataba de un compañerismo del Espíritu.
-Un equipo sensible a la guía espiritual.
-Una concertación nacida en Dios.
Mirar a Pedro era como mirarlo a Juan, eran uno en el Señor, no estaban unidos institucionalmente sino en el alma, en el ser interior.
*El compañerismo de dos discípulos nacido del Espíritu produce una simbiosis, un intercambio de autoridad, poder y gracia inimaginable.
Esto es lo que ocurría con Pedro y Juan. Pedro daba por sentado que si al cojo le oraba él o Juan era lo mismo.
Una genuina sociedad espiritual de dos discípulos tiene como señal una fusión de ambos en el mismo propósito y obra.
Uno confía en el otro. Se delegan responsabilidades mutuamente. Ninguno quiere prevalecer sobre el otro. Se aman, respetan y necesitan así como el par de zapatos, uno no puede hacer la obra sin el otro.
*Una gran necesidad.
1- Cada uno de nosotros, así como Pedro, necesita tener un "Juan" a su lado.
2- Cada hermana necesita una “Juana” al lado para servir al Señor.
Pedro y Juan juntos contenían un depósito de Dios incalculable, una fortaleza no fácil de vulnerar, eran una amenaza para el reino de las tinieblas.
La iglesia, en términos generales, no ha experimentado este nivel de relación de dos discípulos. Priorizamos más bien el trabajo individual, y creo que esta es una de las respuestas del por qué muchas veces el fruto no es el esperado. Si somos pequeñas islas no llegaremos a vivenciar y disfrutar todo el vino nuevo que Dios está dispuesto a concedernos.
El sentido de respaldo que Pedro experimentaba al lado de Juan era enorme, ellos no solamente representaban a la iglesia, eran la iglesia presente con toda su autoridad y poder.
Un compañerismo de dos discípulos gestado en estrategias, anhelos humanos o sustentado por las normas de una institución o denominación no tiene probabilidades de crecer y robustecerse.
En definitiva
Solamente aquellos discípulos que une el Espíritu Santo, y como producto de esa unidad se suceden uno al otro sin prejuicios, tienen esperanza de desarrollarse y servir enteramente en el propósito eterno de Dios.
Que en algún momento de nuestras vidas lleguemos a tener un “Juan” como compañero para decir al necesitado “Míranos”.
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