En 1985, después de la primera campaña con Carlos Annacondia, Ricardo y Norma Alba junto con sus tres hijos pequeños abrieron su casa en la zona norte de Rosario para la formación de discípulos y la extensión del reino de Dios. La gran cantidad de personas que acudían al Señor por esos días requerían hogares dispuestos y esta familia dijo sí al desafío.
Pasaron treinta y dos años y el compromiso de los Alba con la obra de Dios no ha menguado. Todos los jueves por la mañana se reúnen en su casa junto a otros hermanos. Allí se instruyen en la Palabra del Señor, oran los unos por los otros y están atentos a los nuevos que se acercan.
El año pasado ha salido de este núcleo una discípula joven a la misión transcultural, con una carga específica por los no alcanzados, de quién guardamos su identidad.
El grupo, que hoy atiende Martín y Cristina Alba, tiene una característica distintiva que es el servicio a los hermanos y a los necesitados. Siempre están dispuestos con sus oficios y recursos para toda buena obra.
Comentarios
Publicar un comentario